
Con un legado imborrable en la música cubana y la salsa, José Antonio Fajardo, el legendario «Flauta de Cuba», nació en Guane, Pinar del Río, el 18 de octubre de 1919. Desde temprana edad, su camino se cruzó con la música, iniciándose como maraquero en la orquesta de su padre, Alberto Fajardo, y más tarde adoptando la flauta, el instrumento que lo inmortalizaría. Estudió también con Fernando Sánchez, perfeccionando su virtuosismo.
Su talento excepcional lo llevó a formar parte de importantes agrupaciones de la época dorada de la música cubana, destacándose su paso por la prestigiosa «Arcaño y sus Maravillas» en 1946, donde sustituyó al gran Antonio Arcaño y compartió escena con figuras como Orestes e Israel «Cachao» López, pilares del danzón y el mambo.
En 1949, Fajardo dio un paso crucial en su carrera al fundar su propia orquesta, «Fajardo y sus Estrellas», marcando un hito en la difusión internacional de la charanga, un formato de orquesta típico cubano. Con esta agrupación, que debutó el 15 de septiembre de ese año, Fajardo no solo se consolidó en la radio y cabarets de La Habana como el Tropicana y el Montmartre, sino que también se convirtió en un embajador de la música cubana en el mundo.

Innovador y prolífico, Fajardo llevó el ritmo contagioso de la charanga y el chachachá a escenarios internacionales. A finales de la década de 1950 y principios de 1960, la orquesta realizó giras que los llevaron a Nueva York y, de manera notable, a Japón en 1961, donde la música cubana causó furor.
A su regreso de la gira por Asia, Fajardo decidió establecerse en Nueva York, donde reorganizó su orquesta, manteniendo el nombre «Fajardo y sus Estrellas». Desde su nueva base en Estados Unidos, continuó su labor como compositor, arreglista y director, grabando prolíficamente para sellos como Tico Records y Columbia, y siendo un actor fundamental en el movimiento charanguero de los años sesenta y en la evolución hacia la salsa. Su repertorio abarcó desde el danzón hasta el boogaloo, demostrando su versatilidad.
José Antonio Fajardo, una de las flautas más altas de la música latina, mantuvo una carrera activa, realizando giras por África, Europa y América Latina, y dejando un legado de decenas de álbumes y composiciones como «Aguardiente» y «Fajardo te pone a gozar». Falleció en Nueva York el 16 de diciembre de 2001, a los 82 años, dejando un vacío irremplazable en el panorama musical.
